Los Espacios que acompañaron nuestras residencias Desde la Raíz y Residencia Iberoamericana de Guion 2025
- Andrés Felipe Muñoz

- hace 4 días
- 6 Min. de lectura
Desde Algo en Común, creemos profundamente que los procesos creativos necesitan lugares que los sostengan: espacios donde la mente pueda respirar, donde el cuerpo pueda nutrirse y descansar, y donde la inspiración circule libremente. Por eso, cada año buscamos aliados que compartan nuestra visión: la de un cine que se piensa desde lo humano, lo colectivo y lo sensible.
Este año contamos con dos espacios que no solo nos recibieron, sino que se convirtieron en parte fundamental del viaje: Nativos, Casa del Poeta, Nona: saborcito en olla, La Casa de Luz, Viche Curay, Busca por Dentro, Banco de la República y Comfandi Centro Cultural.
Queremos comenzar agradecimiento al lugar que fue el punto de partida de todo: Casa del poeta, por ofrecernos un espacio de contención, de inspiración y de comunidad. Desde el primer momento, sentimos la hospitalidad verdadera: el café siempre disponible en la mesa, la atención cuidadosa, la cercanía discreta pero atenta, la posibilidad de trabajar, descansar, conversar, crear sin prisa y la presencia de Pimienta como perrito de apoyo emocional.
Casa del poeta Fue el punto de partida físico y simbólico de nuestras residencias: allí nacieron expectativas, sueños y planes. Fue hogar y refugio: un espacio donde creadores de distintos lugares pudieron convivir, dialogar, descansar, imaginar juntos. Fue puente con la ciudad: desde San Antonio se vivió Cali como memoria viva, pleno de historia, arquitectura, cultura y comunidad. Fue símbolo de cuidado, calidez y pertenencia: permitió comprender que la creación se sostiene también desde el entorno, desde la compañía, desde la hospitalidad.
Una cocina con alma, bienestar y propósito.
En cada residencia, entendimos que crear historias también requiere cuidar el cuerpo. Y en ese viaje, NONA: Amorcito en olla se convirtió en uno de los espacios más esenciales y amorosos del proceso: un restaurante donde desayunábamos y almorzábamos cada día, pero que significó mucho más que una rutina gastronómica.
Ubicado en el corazón de Cali, en el barrio San Antonio: Cra. 5 #3 - 23. NONA : Amorcito en Olla; es un proyecto culinario donde los sabores se preparan con afecto, donde la comida casera se siente como un abrazo y donde cada plato está pensado para nutrir, acompañar y sostener. Allí no solo encontramos alimentos: encontramos cuidado.
Desde el primer día, NONA nos mostró que su cocina está hecha desde el amor. Sus preparaciones, abundantes en sabor y intención, acompañaron nuestras jornadas de escritura, lecturas, asesorías y encuentros.
Cada desayuno se convirtió en un suave aterrizaje al día. Cada almuerzo, en un descanso reparador que nos devolvía energía para seguir creando.
Se sentía en el sabor casero que nos recordaba hogar, sus platos preparados con ingredientes frescos, la manera en que cada comida nos reunía alrededor de la mesa como comunidad.
Gracias por cuidarnos con sabores que reconfortan y energía que sostiene.
Nativos Inc: El lugar donde realmente nos conocimos.
Nativos Inc, el lugar que se convirtió en nuestro hogar durante la residencia.
Fue un refugio donde descansamos, convivimos, nos conocimos y construimos comunidad. Sus espacios cálidos y su ambiente tranquilo nos permitieron llegar a cada día con un cuerpo más descansado y una mente más abierta, listos para seguir creando.
San Antonio es un barrio lleno de historia: arquitectura tradicional, calles que cuentan memorias y una energía que mezcla el arte, la comunidad y la cotidianidad caleña. En medio de ese entorno, Nativos Inc nos ofreció un espacio íntimo y acogedor, perfecto para equilibrar la intensidad del proceso creativo con momentos de calma.
Sus habitaciones cómodas, sus zonas comunes llenas de luz y su atmósfera serena crearon ese espacio seguro donde la residencia podía aterrizar cada noche y recomenzar cada mañana.
Ese descanso, físico, mental y emocional fue fundamental para sostener las jornadas de escritura, de escucha profunda y de trabajo colectivo.
Conversamos hasta tarde, descansamos después de jornadas intensas, nos abrimos desde la confianza, y nos acompañamos en momentos de vulnerabilidad y creación.
La casa de Luz: Un espacio que nutre desde la conciencia.
La Casa de Luz ubicada en San Antonio Cl. 4 #9-51, es un lugar donde la comida está diseñada para sanar, acompañar y revitalizar.
Sus platos preparados con ingredientes frescos, locales y llenos de vida, nos ofrecieron una pausa necesaria en medio del ritmo emocional y creativo que atravesábamos cada día.
Aquí comimos alimentos que no solo alimentaron, sino que nos devolvieron energía, claridad mental y ligereza corporal. Cada preparación tenía un propósito: cuidar.
Lo que encontramos en La Casa de Luz fue más que gastronomía saludable: fue un ambiente sereno, amable, luminoso y profundamente consciente.
Café, sorbo de Ángel: Café que viene de la raíz de Colombia.
Ubicado en San Antonio, en la Cra. 6 #3-30, un espacio íntimo y amoroso donde cada taza de café era una forma de volver a la tierra, a lo esencial y a lo que nos sostiene.
Sorbo de Ángel no es cualquier café: es un proyecto construido desde la mano campesina, con café directo de Nariño, cultivado en altura, cuidado con dedicación y preparado con un respeto profundo por el origen.
Su café, fresco, acompañó nuestras jornadas con una energía suave y estable, abriendo espacio para la escucha, la atención y la creatividad.
La calidez de su dueña fue parte esencial de la experiencia. Con su atención amorosa, su manera de recibirnos y su profundo respeto por la historia detrás del café, convirtió el lugar en un respiro.
No era solo una cafetería. Era un espacio de paz, de cercanía, de conversación tranquila y de refugio.
En Sorbo de Ángel encontramos: Un ambiente silencioso y amable, un servicio lleno de afecto, un espacio acogedor con alma propia, y una conexión directa con la tradición cafetera colombiana.
Banco de la República de Cali.
Ubicado en la zona histórica de Cali, un lugar que sostiene la memoria de un país, sus salas fueron el punto de encuentro para nuestras charlas, en ellas se abrieron pequeñas incomodidades necesarias, esas que nacen cuando una imagen, la historia y las realidades nos llevan a mirar más allá de lo inmediato.
En sus pasillos que invitaba a detenerse, a observar con otros ojos, a cuestionar lo que dábamos por sentado. Fue un espacio donde las conversaciones importantes, de esas que remueven, que amplían, que confrontan, se encontraron. Donde la pluralidad de miradas nos recordó que la cultura no solo se contempla: también se piensa, se discute y se transforma.
El Banco de la República fue exactamente eso: un punto de inflexión silencioso pero profundo, un escenario donde nos permitimos sentir, dudar, reconstruir y volver a mirar el mundo con una conciencia más despierta.
Centro Cultural Comfandi.
El Centro Cultural Comfandi tiene una vocación clara: fomentar el arte, la lectura, las industrias culturales, la identidad regional y el acceso amplio a la cultura. En este espacio habitamos una semana completa nuestro Laboratorio de puesta en escena comprendimos ¿qué historias valen la pena contar? ¿qué voces han sido silenciadas? ¿cómo resignificar nuestras raíces, nuestros miedos, nuestras esperanzas desde el arte y la escritura?
Para nosotros, este centro fue el lugar donde: Montamos nuestro laboratorio de puesta en escena, desarrollamos la formación colectiva en guion, narrativa y creación, sostuvimos conversaciones profundas, transformadoras y necesarias, compartimos procesos, ideas, dudas, ensayos, risas y aprendizajes.
Agradecemos a este espacio por apostar y creer en la cultura como espacio transformador, y gracias nuevamente por permitir que La Residencia Iberoamericana de Guion usara sus salas, su infraestructura, para crear, imaginar, dialogar y reinventar.
NOS.
Y finalmente queremos agradecer a NOS, una casa alterna del pensamiento. Un lugar que sostuvo la escritura, el ritmo del trabajo creativo y los momentos de conexión auténtica con disfrute porque la creación puede ser suave, colectiva y acompañada.
Gracias, NOS, por ofrecernos un territorio para escribir con calma, para escucharnos con atención y para recordar que las historias también nacen de los lugares donde nos permitimos simplemente estar y disfrutar.
Cada uno de estos espacios fue más que un aliado: fueron compañeros de viaje.
Nos dieron alimento, memoria, pausa, contención, preguntas y hogar.
Gracias a Cali por abrirnos sus puertas. Gracias a cada lugar por permitir que estas historias crecieran, A la red de lugares que acompañaron nuestro viaje creativo e integraron nuestro circuito de ciudad.
Gracias por recordarnos que el cine, como el cuerpo, necesita raíces, territorio y comunidad.




















































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