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Lo que aprendí de Paula Markovitch al diseñar personajes

Por Diana Trujillo, directora de contenidos - Fundación Algo en Común


A propósito de la VI Residencia Iberoamericana de Guion que se encuentra en convocatoria abierta y la confirmación de Paula Markovitch como una de nuestras asesoras, quise pasar por aquí para compartir con ustedes algunas de las reflexiones que me ha dejado ella a la hora de escribir personajes.


Primero lo primero:


Para quienes no la conocen, Paula Markovitch es una directora y guionista argentina, que lleva ya un buen tiempo radicada en México. Si tienen la oportunidad de ver su largometraje 'El premio' (2011), háganlo. Con él obtuvo el Premio Ariel a Mejor Película y el Oso de Plata a la Mejor Contribución Artística en la Berlinale 2011.


Además, es reconocida por los largometrajes ‘Cuadros en la oscuridad’ (2017) y ‘El actor principal’ (2019). También escribió el guion de ‘Sin remitente’ (1995) y ‘Elisa antes del fin del mundo’ (1997), 'Al borde' (1998), 'Temporada de patos' (2004) y 'Dos abrazos' (2008). Como autora, lanzó su libro ‘Cacerías imaginarias’, donde reflexiona sobre el cine mexicano y latinoamericano, así como sobre el despojo de identidad de la industria audiovisual.


Ahora sí, lo que aprendí:


Lxs personajes no se explican.


Imagina que estás trabajando en tu dossier o carpeta de proyecto y escribes tu personaje así: "Antonio (34) es un hombre agresivo, pues desde los tres años recibió maltrato de su padre y eso fue lo que aprendió de él". A partir de ahí, sigues tu texto -normal- justificando la violencia de Antonio.


¿Tiene sentido? Ok.


Ahora, imaginemos otra película: "Antonio (34) es un hombre extremadamente sumiso, pues desde los tres años recibió maltrato de su padre y eso afectó la forma en la que se relaciona con las demás personas". Aquí nos damos cuenta que la explicación era innecesaria porque, como humanos, podemos tener personalidades diversas a partir de lo que se consideraría una única razón para "ser como somos".


Ahora bien, no me malinterpreten ni a mí, ni a Paula. Por supuesto, es válido comentar sobre rasgos o antecedentes de los personajes. Más aún si tienen todo que ver con la temática de nuestra obra audiovisual. Ese no es el punto.


El problema con determinar que algo explica en definitiva las conductas de nuestrxs personajes, genera un prejuicio de nuestra parte hacia ellxs. En otras palabras, les clasificamos, aplastamos y limitamos sus posibilidades de comportamiento, no les permitimos existir más allá de esa justificación. Explicar un personaje podría considerarse un rasgo controlador que cognitivamente nos sesga y no nos deja conocerle: reconocer sus complejidades, contradicciones, y diversas maneras de reaccionar.


Las decisiones que tomen lxs personajes, deben sorprenderles a ellxs también.


"Angustia a tu personaje, la angustia es vida", dice Paula.


Tu personaje debe encontrarse en una situación de difícil decisión y en tanto el personaje no sepa qué va a hacer, más contundente y tenso es el momento. "Cuando tenemos suerte como dramaturgos, el personaje hace lo que él quiere", afirma.


Aquí el mensaje es también evitar clasificar de antemano qué tipo de decisiones toma mi personaje. "A lo mejor deciden algo que ustedes no se animan a decidir. (...)

Las decisiones no tienen que ser lógicas, a veces somos muy binarios en esto. Las mejores opciones, no es ni la una, ni la otra: son las terceras", concluye.


Lxs personajes no son sus problemas


Nos atraviesan problemas, pero no nos definen. Así pasa también con nuestrxs personajes. Esto se puede afrontar en la escritura de diferentes maneras:


  • Nuestrxs personajes también son sus pasiones, placeres y goce. Debemos entender que hay una visión cultural que nos señala a lxs latinoamericanxs bajo figuras estereotipadas de la precariedad. El público extranjero espera vernos, como diría Paula: "pobres, malos o tristes. No nos dan mucho chance. Además, parece que incomoda ver a un pobre feliz, lo señalan como un error. Por más lacra que sea un tipo, él también siente placer". En general nuestros personajes "tienen derecho a la pasión, tanto como a la muerte. Y pasión no es otra cosa que ser dueño del propio deseo". En este sentido, es importante preguntarse ¿en qué grado los problemas están definiendo a mi personaje? ¿Permito que la audiencia le conozca más allá de eso? ¿Cómo le permito otras dimensiones más cercanas al juego, las contradicciones, el goce, la adrenalina de la experimentación y la incerteza? ¿Cómo se puede narrar a un niño huérfano desde su plenitud y poder, y no sólo desde su tragedia?

  • Está bien, está bien: nuestrxs personajes tienen problemas, pero no necesariamente "ESOS" que se espera que tengan. Escuchando a Paula, reflexioné mucho en la forma en la que se estereotipa y esto me llevó a pensar en cómo escribimos la diversidad. En otras palabras: el problema central de mi personaje negro no debe ser que sea negro, ni el de mi personaje gay es ser gay, ni el de la persona pobre, ser pobre. Estas historias, que tanto se han contado, convierten estos "problemas" en los conflictos centrales y tienden a ser reduccionistas, por no decir que suelen caricaturizar a las personas que están representando. Marginan y refuerzan una mirada sobre lxs otrxs. Eso sin contar que dice Markovitch que hay problemas que parecieran tener más estatus y justificación otras geografías: "parece que los únicos que pueden tener problemas filosóficos, son los europeos, no nuestros personajes". Yéndonos al otro lado, tampoco se trata de cumplir con una expectativa de los temas profundos en el que, por ejemplo, a las "mujeres cineastas sólo se nos respeta si hablamos de feminismo". Nuestras películas van a estar cargadas de aquello que nos importa, incluyendo nuestras posturas políticas, sociales, culturales (y las contradicciones que en ellas abundan) aún cuando el conflicto central de nuestro protagonista sea encontrar el traje adecuado para asistir al cumpleaños de su sobrino, resolver una receta sin el ingrediente clave o el duelo que carga por la reciente muerte de un ser querido.



Comportamientos únicos para que lxs personajes tengan vida.


Ana (53) es la típica ama de casa que... "¡No! ¿De qué nos sirve tener otra típica ama de casa que ya ha sido contada de esa misma manera mil veces? ¿Vale la pena destacar lo común?, pregunta Markovitch, "lo que nos interesa es singularizarla".


Paula habla de encontrar características que, incluso, puedan ser totalmente gratuitas. Sin explicaciones, como veíamos antes.


Esto me hace pensar mucho en lo que Pablo Solarz, otro director y guionista argentino que también ha formado parte de la casa Algo en Común, sobre las características aterrizadas. Se trata de esos comportamientos que hablan de nuestrxs personajes, que reemplazan cualquier adjetivo, que EVIDENCIAN la naturaleza de ellxs, sus contradicciones, pasiones o fobias. "Este es un argentino que sólo toma mate cuando está en el extranjero", es el ejemplo de Solarz y me parece una ilustración maravillosa de característica aterrizada.


Para conocer a tu personaje, Paula Markovitch propone entre otras herramientas encontrar esas características y enlistarlas, así como poner a tu personaje en una situación difícil, aunque ésta no haga parte de la historia. Interesa conocerle, verle reaccionar, experimentar con ello; hacer un monólogo en primera persona de esa situación límite, sin anticiparse, permitir que sea el personaje que tome las decisiones.


"Escúchenlo. La dramaturgia es como la esquizofrenia, pero acotada a dos horas. Nosotros también escuchamos voces", remata.


 

¿Tienes interés en participar en la VI Residencia Iberoamericana de Guion donde Paula Markovitch será asesora? Recuerda que tienes hasta el 13 de marzo de 2024 para postular tu proyecto de largometraje de ficción.



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