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"Más representación en pantalla, no significa buena representación en pantalla".

Por Diana Trujillo

Directora de Contenido

Fundación Algo en Común

 

Nos sentamos con Salima Jirari (Barcelona), consultora especializada en diversidad en proyectos audiovisuales, como primera invitada de lxs muchxs que esperamos tener en este blog. Nuestro interés es aprovechar este espacio para darle cabida a los temas que nos interesan desde la Fundación Algo en Común desde voces destacadas de nuestra industria.


Uno de estos temas es precisamente la diversidad dentro y fuera de pantalla en todos su sentidos: diversidad racial, sexual, etaria, corporal, geográfica, de género, de discapacidad y las que nos hagan falta. Sin duda, es un tema amplio que nos debe seguir generando preguntas y que traeremos a colación en este y otros artículos para que la conversación se avive de modo constante.

Salima Jirari era la persona idónea para empezar esta charla, así que primero queremos contarles sobre ella: ha trabajado en las áreas producción y distribución audiovisual, en este último rol ha estado muy vinculada a Docs Barcelona. Además, como formadora ha trabajado para instituciones como la Universidad Pompeu Fabra, Universidad Jaume I de Casteló, Universidad de Barcelona, y la Universidad de Girona. Asimismo, forma parte de la junta directiva de Dones Visuals, asociación que vela y lucha por la igualdad y diversidad en el sector audiovisual.


Y, ¿cómo especializarse en diversidad?


SJ: Estuve en posiciones en las que tomaba muchas decisiones valorando proyectos y me empecé a dar cuenta que había algunos que me incomodaban sin saber muy bien por qué. Por el lado positivo, también fui notando que cuando programábamos contenidos de, por ejemplo, una directora de Kenia, esto tenía un impacto en su propia comunidad. Así que me empecé a formar. Pude ponerle palabras a todo lo que intuía y a politizarlo por decirlo de alguna manera. Un proceso con mucho descubrimiento y auto-conciencia. Yo no nací siendo feminista y antirracista, es algo que vas aprendiendo cuando buenamente puedes y te vas revisando a ti misma.


Durante mucho tiempo, incluso cuando estudié cine, me colaron goles. Fui primero consciente de la teoría del color dentro de una película, que de cómo en ella se reproducen patrones machistas, racistas, etc. De golpe tomas consciencia, empiezas a revisar todas las películas que has visto y piensas ¡Dios mío, todos mis referentes! También creo que cuando llegas a ese punto en el que decides no ver algo es porque ya has visto antes películas parecidas. Ya sabes por dónde van. Ya sabes que hay algo que no te hace sentir bien...


Sin duda alguna, el bagaje cultural que hemos heredado sigue haciendo daño con toda su carga de estereotipos, pero ahora que se siente un interés hacia el cambio, le preguntamos a Salima sobre la preocupación de un contenido que se autorreferencia como diverso y que termina siendo un cumplimiento de requisitos, un personaje como cuota racial, de género, de discapacidad... pero que en últimas se puede sentir vacío u ornamental.


SJ: Sí, yo creo que hay un lado positivo y un lado negativo en esa situación. Creo que hay muchas personas en el sector que se han dado cuenta de que las cosas llevan mucho tiempo haciéndose mal. Eso es fruto de un constante activismo. Hay disposición para cambiar... La parte negativa es que no se está entendiendo bien cómo debe ser este cambio. Creo que ha calado solo una parte del mensaje, la de que queremos más representación en pantalla. Necesitamos que cale la otra parte del mensaje: queremos sentirnos bien representados en pantalla.


Es un momento para mí muy delicado, porque si se aumenta la cantidad de malas representaciones, eso puede ser mucho más dañino, doloroso y contraproducente. Si al final el objetivo de lograr una visión rica de lo que es la diversidad se va a atascar en este punto. No me sirve que haya más latinos en pantalla, si todos son narcotraficantes latinos y se perpetua esta figura.


Esto no llega por arte de magia a pantalla. Todo surge desde el momento de la escritura. Salima se refiere a los lugares de decisión y los prejuicios inconscientes que se hacen latentes dentro del proceso creativo. Así que, hablamos un poco de ello.


SJ: A mí me pasa que lees un proyecto y conoces a lxs creadores y sabes que siempre hay buena intención, siempre hay buena fe. Todo el mundo tiene alguna historia personal que le vincula de alguna manera con aquello que quiere contar. Y entonces, claro, yo me preguntaba por qué si realmente su intención es visibilizar o generar conciencia, lo que veo que hacen es perpetuar precisamente el punto de vista que quieres denunciar.


Lxs creadorxs tienen que ser responsables del contexto en el cual están creando su obra. Si eres consciente de cómo opera el mundo, creo que juegas como mínimo sabiendo todas las cartas que tienes. Cuando tomas responsabilidad, tomas decisiones y te vas por ellas sabiendo a qué te atienes. ¿Quieres hacer una película racista? ¡Adelante! Esa es tu idea política de fondo. Eso está bien (aunque si es con dinero público, ya no me parece tan bien). Lo mínimo es saberlo. Si tu intención no es esa, pues deberías cambiarlo.


Quienes trabajamos desde el rol de la asesoría tenemos mucho que aprender aquí. Si partimos de la buena fe de quien escribe, ¿cómo se orienta a la persona que decide escribir sobre comunidades indígenas sin pertenecer a una? ¿Al hombre que habla sobre procesos de maternidad sin tener idea? ¿Al que cree tener la bandera de dar voz a alguien más y que al final está en un camino que no es suyo?


SJ: Es curioso. Si yo quiero hacer una película sobre un astronauta que va a la luna y descubre no sé qué, seguro voy a contactar con astrofísicos o leeré a expertos en la luna. Incluso me parecerá muy buena idea tener a una persona asesora en el equipo. Sin embargo, cuando hablamos de personas, sí que nos creemos capaces de hablar de otra identidad o de otra experiencia que no sea la nuestra. Yo ahí muchas veces recomiendo que acompañarse de un asesor o asesora durante todo el proyecto, o directamente que incorpores a esa persona de ese colectivo en tu equipo. Si vas a hablar de de un de un colectivo indígena, pues a lo mejor hay muchísimas guionistas indígenas que te podrían acompañar en ese proceso y podéis escribir la historia juntas y darle mucha más credibilidad. Tendrá mucha más riqueza, será mucho más interesante probablemente el proyecto,


Y es que desde la asesoría tenemos esa responsabilidad que no siempre se entiende desde el otro lado. Hay un tema de autosuficiencia.


SJ: Es muy común encontrarse con frases como "es mi punto de vista sobre esta historia y esto es lo que quiero contar". Claro, eso es 100% lícito. Yo de lo único que me encargó es de señalar. Lo mínimo es que sepas que este contenido que tú estás haciendo es racista por este motivo, o es gordofobia por este otro. Tiene esta lectura y va a generar este efecto. Si tú quieres seguir: adelante, it's ok. Lo importante es tener consciencia, porque para mí lo peor es cuando pasa sin querer. No es llegar a tener un proyecto que te haga decir: "¡Ostras! Si lo hubiese sabido, ¿no?"


Es muy complicado y a mí es algo que también me conflictúa muchas veces. A veces tengo la sensación de que hay historias que sí que se pueden reconducir; tal vez porque es una escena, un cambio en tal personaje, algo puntual. Luego, creo que hay otras que están mal planteadas de base y no sé si se pueden reconducir. Imagina, vamos a hacer un biopic de Cristóbal Colón, que va y descubre América. No sé si puedo salvar mucho ese relato, ¿no? Si empezamos a señalar cosas, entonces es mejor poner el foco en América como lugar que ya existe y en el que de golpe llegan unos señores. Cambiamos el punto de vista, el personaje principal, todo. Ahí no reconducimos la historia, la reformulamos de base.



Volviendo al rol de quien escribe, resulta importante tener herramientas para accionar una vez se identifican esos prejuicios. Ahora bien, tal vez hacer ajustes en la manera en la que se ha pensado toda la vida es más fácil decirlo que hacerlo, ¿no?


SJ: Al final es tener el interés, ¿no? Incluso es querer sumergirte realmente en el mundo que quieres contar. Podemos decir que sí son difíciles, porque son inconscientes y tú cuando escribes tiras de tu imaginario, tiras de todo lo que has visto antes y lo vas volcando. Pero al final es relativamente fácil cuando revisas tu guion y lo lees haciéndote preguntas: ¿por qué este personaje se llama tal y no se llama cual? ¿Por qué he decidido que mi personaje sea delgado y no gordo? Lo bueno que tiene un guion es que lo puedes revisitar tantas veces como sea necesario.


Un grupo de investigadores se dieron cuenta que, por ejemplo, son fácilmente reparables los prejuicios sobre raza si empiezas a leer más sobre el tema o que de golpe veas más contenido hecho por personas negras y que busques otras fuentes que no sean tus habituales. Ese porcentaje de prejuicio tiene toda la capacidad de reducirse.

 

Gracias por leer hasta aquí. ¿Hay algún tema sobre diversidad y audiovisual que te resuene? Cuéntanos de qué te gustaría que habláramos en un siguiente artículo de este blog o qué tipo de personas te interesa que entrevistemos.



:)



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